Ese siempre ha sido tu problema, no distingues lo que me unía a ti. Aún después, no reconoces lo que sentías por mi. No prefiero que me relaciones en tu agonía, si no la protagonizo yo. Y tampoco pido que sea tu única aflicción, pero sólo hablame de eso. Por qué tu y yo sabemos que nuestro daño ya es la única cercania que tenemos.
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